Así he pasado los últimos días.
Ensayando una hora tras otra para conseguir, en la medida de lo posible, que el quinteto sonara como si fuera una sola persona la que tocaba.
Hoy, domingo, hemos tenido una actuación en el Jardín Botánico de Valencia y los ensayos me han quitado un poco de tiempo para poder escribir.
Es curioso lo que ocurre cuando un concierto empieza bien, la adrenalina que hace un momento te atenazaba se convierte en algo mágico, los músicos lo pasamos muy bien y el público, eso creo, mejor.
En el quinteto empezamos a funcionar como una entidad mayor, ya no somos un grupo de amigos que tocan instrumentos distintos, poco a poco, ha ido surgiendo una mentalidad de unión y un sonido especial, de esos que no se pueden describir.
El principal objetivo de la creación de este grupo de cámara ya se ha cumplido: hacer música y disfrutar mientras la hacemos. Otros grupos podrán ser mejores, pero el mío es "único" y, por ello quería decirlo.
Los que si que demuestran una gran precisión (habrá que ver cuantas horas han dedicado a ensayar) son este grupo de percusionistas suizos. Es una maravilla observar las distintas figuras que realizan en su actuación, así como la gran maestría con la que desarrollan todas las complicadas maniobras. Espero que os guste.
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